¡Un día para los amigos!

Tomado Radio Ariguanabo

Dicen que llegan al azar, escondidos entre el carácter y los sentimientos. Dicen que son ladrones de nuestro tiempo, que tienen la fórmula para que se levanten las alas cuando se ha olvidado cómo volar, y que su arte es tan poderoso que les permite dibujar la sonrisa interminable, si nos sentimos derrumbados. Dicen que es, el verdadero amigo, aquel que para las buenas viene, y para las malas lo hace sin ser llamado.

Así son ellos, una corriente poderosa de emociones, que arrebata la tristeza e inyecta la alegría al convertirse en un segundo yo. Y son muy ciertas esas frases que por años forman parte de la cotidianidad recordando que: “quien tiene un amigo, tiene un central” o “es el que está a tu lado cuando probablemente preferiría estar en otro sitio” Pero no tenemos dudas de su valoración como la familia que se escoge.

El mundo, casi acabándose el mes de julio celebra el Día de la Amistad; y qué bueno, entre tantas fechas marcadas por sucesos decisorios o campañas mundiales a favor de la sociedad, dedicar un día a los amigos define la grandeza de estos seres que se van haciendo imprescindible en nuestras vidas, siempre que prevalezcan actos positivos, de confianza y sacrificio.

Dos noches atrás encontré un papel pequeño que me recordaba la fecha. A mi mente, entre tantas labores, le hizo falta la ayuda del blanquecino papel para que no faltara la felicitación dedicada a esos seres similares a un trébol porque son difíciles de encontrar y nos dan a cambio buena suerte. Tras la nostalgia de quienes no están cerca, los que decidieron separarse y los que se empeñan en durar para toda la vida, escribí estas palabras. Con todos y cada uno de ellos aprendí a extender mi mano en la escasez, a guardar silencio, a dar abrazos, a derramar una lágrima… supe de las cosas grandes que se construyen desde lo pequeño.

Hoy nos hace mucha falta tener amigos como Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson, los Tres Mosqueteros, o Fidel y Chávez. Excelentes ejemplos de amistad que parecidos a la fluorescencia, se ilumina cuando todo está oscuro. Sin miedo a fracasar, a sentirnos dañados, o a perder su presencia en los momentos tormentosos, sigamos cultivando motivos y no dejemos crecer la hierba en el camino del afecto, el mismo que construimos, porque como dijera el Apóstol “No se pueden hacer grandes cosas sin grandes amigos”.